El cuenco de tu vida ha quedado hoy vacío.
En el aire, tus cenizas ya nunca sentirán frío,
como tampoco calor... La estupidez humana
no te causará dolor, tu razón no ha sido vana.
Ya no más incomprensión, que dañarte pudiera;
no más penas del corazón, estás libre, estás fuera.
En el confín de los días, donde también muere el tiempo,
existes sin disyuntiva, compartes el universo.
Allí donde no eres nada, eres todo, eres eterno.
Sin noches, sin madrugadas, sin voces... sólo el silencio.
Donde los todos confluyen y las nadas se refractan;
donde lo nuevo ocurre, donde lo viejo acaba.
Allí vivirás, tan lejos del mundo que conociste,
y percibirás reflejos de la vida que perdiste.
La paz colmará tu ser, aunque afloren los recuerdos;
claridad que te hará ver tus errores como aciertos.
La muerte logró llevarte, mas no pudo conseguir
el espíritu arrancarte... vive muy dentro de mí.