Yo vivía mis tiempos muy serena,
solitaria dentro de mi paraíso;
mas un día, derrumbose mi colmena
por razones que marcara mi destino.
Tuve que abandonar aquel castillo
en el cual yo misma me encerrara.
Lenta la marcha, intentando un olvido,
llanto contenido en la firme mirada.
Tristeza honda de una brusca despedida,
arrumbando soledades y recuerdos;
principio cruel de una indeseable partida,
dolorosa sepultura de momentos.
Tuve que irme, rotos los sentimientos;
mis manos aferrándose a un vacío,
que fuera lleno de mis pensamientos,
que fuera la meta de mi sino.
Cavándome la tumba con los dedos,
torné a enfrentarme al desafío;
torpe valentía fuera mi consuelo,
al decirte adiós, mi paraíso...
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