Death

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sábado, 12 de julio de 2008

El Niño Egoísta

Nikolas, a sus diez años, se creía muy importante, superior, pues era el único del barrio que poseía una bicicleta. Solía pavonearse con ella por las veredas y, sobre todo, en la plaza. Por más que los otros niños le rogaban, él jamás la prestaba. Acostumbraba a pasear en su brillante bici en las horas en que los niños salían de sus casas a jugar. Pasaba delante de ellos dándose corte, mirándolos altivamente al pasar, como burlándose de ellos, mofándose de su pobreza y sus deseos.
Hasta que se mudó al barrio una familia muy adinerada. Un matrimonio con un niño de la edad de Nikolas, de nombre Sergio.
Una tarde, Nikolas paseaba en su bicicleta como de costumbre, cuando vio que el tal Sergio se le aproximaba raudamente en un deslumbrante karting.
Los otros niños, los que solían correr detrás de él, ahora corrían tras de Sergio, vitoreándole y pidiéndole prestado el karting. Al cruzarse con Nikolas, el grupo de niños le ignoró por completo.
Sergio resultó ser mucho más egoísta y vanidoso que Nikolas. El también gozaba luciéndose en su karting, que tampoco prestaba.
Nikolas descubrió que su adorada bicicleta quedaba convertida en nada al lado del imponente y veloz karting de Sergio. Ya nadie se molestaba siquiera en acercarse a él, todos los chicos ahora rondaban al nuevo vecino.
Muy molesto, Nikolas también se acercó a Sergio; aprovechó para hacerlo una mañana temprano, en que lo vio solo, y decidió pedirle prestado su famoso karting, a lo cual recibió la conocida negativa, que tantas otras veces él había dado.
Solo en su cuarto, Nikolas lloraba de rabia y envidia. Ya no salía de paseo en su linda bici, que había arrumbado en un rincón del garage de su casa. En su soledad, maquinaba cosas y traficaba en su mente con la maldad. Hasta que, una noche bien tarde, salió a escondidas de su casa y se escurrió en el domicilio de Sergio, logrando apropiarse del tan deseado karting sin ser descubierto. Lo ocultó en el altillo de su casa y se acostó a dormir como si nada.
Al día siguiente, había un gran revuelo en la vecindad. El robo en la casa de Sergio había sido reportado a las autoridades y se hacían las investigaciones del caso. Nikolas reía para sus adentros.

Todos los días, mientras su padre se hallaba en su trabajo y su madre se ocupaba de las tareas del hogar, Nikolas subía al altillo y adoraba el producto de su robo, y daba vueltas y más vueltas en él, alrededor de la pequeña habitación.
Pasó el tiempo y, el padre de Nikolas, al ver la bicicleta olvidada y medio oxidada, abandonada en el garage, decidió regalársela a uno de los niños más pobres de la comunidad, antes de que se echara a perder definitivamente.

Una tarde, Nikolas, cansado de girar solo con el karting en el altillo, se dispuso a salir y presumir delante de sus viejos amigos; especialmente, del vecino Sergio. Pero, cuando fue a buscar su olvidada bici, descubrió que ya no la tenía.
_ No me importa _ masculló, pensando en su tesoro secreto.
Sólo que, pronto notó que este último era como si no existiera. No podía salir, ni mostrarlo, ni presumir con él!
Nikolas se encerró en su habitación y lloró, esta vez amargamente. Con demasiada dureza, su niñez había alcanzado el entendimiento; comprendiendo entonces la maldad en su egoísmo, el absurdo en su necedad y la razón de su soledad.

1 comentario:

MentesSueltas dijo...

Paso a conocerte...

Mi mejor energia y abrazo
MentesSueltas