Un soplo de viento, en la mañana
me despierta, vuelve a la realidad;
ignorando los sueños que soñaba,
los destruye sin un dejo de piedad.
El sol, que en mi ventana resplandece,
anuncia que ha nacido un nuevo día;
las sombras de la noche desvanece,
quebrando mi oscura privacía.
Esa luz, que mi ser torna conciente
sin importarle irrumpir mi intimidad,
me hace vislumbrar, intermitentes
reflejos entre fantasía y verdad;
hasta que su brillo arrasador
logra, con malévola ironía,
mi mente abrasar con su calor,
embaucarme en sus burdas felonías;
haciéndome creer inútilmente
que, su lumbre me brindará alegría,
cuando sé que, tan sólo simplemente,
alumbrará el ocaso de mi vida.
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