Hice una gran fogata, pero el viento la apagó,
y ese mismo viento zaino mi castillo derrumbó.
Pasó una brisa dejándome una ráfaga de amor,
luego volvió a buscarla, dejándome sólo dolor.
Hice un viaje muy largo, fui al desierto a olvidar;
lloré, creyendo estar sola, y el viento me oyó llorar.
Incansable peregrinaje, mi inagotable sufrir;
en soledad, busqué la muerte, y el viento me vio morir.
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