Death

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lunes, 26 de mayo de 2008

El Hombre Apurado

Simón Vargas era viajante de comercio y pasaba su vida saltando de un tren a otro, recorriendo pueblos y ciudades en su incansable carrera contra el reloj. Esta vez, Vargas había decidido tomar el monorriel pues era super veloz; no sólo quería llegar a tiempo, sino adelantado. Tenía entre manos el negocio de su vida y no podía permitirse el lujo de perderlo. Consultó su reloj, ya faltaba poco... Vargas se recostó en su asiento y, con expresión satisfecha, entornó sus párpados.
Despertó sobresaltado, el tren seguía su marcha, debían estar llegando... Volvió a consultar su reloj, su cara sufrió una brusca metamorfosis. Ya hacía más de una hora que debieran haber arribado a destino... Y aunque aún le sobraba tiempo adelantado, Vargas comenzó a sentir un desasosiego.
El tiempo transcurría y las manecillas del reloj marcaban su curso inflexiblemente poniendo sus nervios en jaque; y el tic tac con martilleante retumbar en su cerebro. Empezó a pasearse de un lado a otro, intentando orientarse a través de las ventanillas pero, el tren era tan ligero que el paisaje se sucedía en borrosas pinceladas imposible de identificar. Mientras las flechas galopaban en circular carrera dentro de la blanca esfera en su muñeca.
Tan sólo unos minutos antes de cumplirse su margen horario, el tren se detuvo con un agudo chirrido. Vargas bajó atropelladamente, olvidando su equipaje; aunque jamás soltó el maletín con sus papeles de negocio. Corrió con frenesí por la plataforma mientras el tren desaparecía ante sus ojos como un espectro.
Sintiendo los nervios estallar dentro de su cabeza, contempló su alrededor. Si bien era la primera vez que visitaba esta ciudad, el aspecto que ésta le ofrecía era sumamente singular. Se dirigió hacia el centro, asombrándose más a cada paso. La ciudad era el colmo del modernismo. Los edificios gigantescos y de una perfección geométrica única, de formas cilíndricas, piramidales y hasta circulares. Parecían estar construidos sólo con materiales metálicos y vítreos. Y sus habitantes! Sofocando un desmayo, apreció el colorido de sus vestimentas, como brillantes mallas ceñidas al cuerpo.
Tímidamente se aproximó a uno de ellos a fin de inquirir la dirección de su reserva de hotel, infructuosamente. Volvió a intentarlo varias veces pero, no pudo hacerse entender, no parecían entender el idioma. Vargas sin notarlo se iba alterando cada vez más, ya sus preguntas eran gritos histéricos y con gestos más histéricos aún señalaba continuamente la esfera de su reloj. Pronto se vio rodeado por varios hombres vestidos de negro, lo apresaron y condujeron dentro de un edificio circular.
Hablaban un idioma que él no conocía ni comprendía, aparentemente le hacían preguntas pero, él no podía responderlas; sólo atinaba a gesticular mostrando un papel con la dirección de su hotel y señalando su reloj. Fue trasladado a otra sala muy blanca por hombres también de blanco. Estos lo sometieron a lo que parecían ser análisis con unos equipos muy sofisticados. Finalmente lo llevaron a otra habitación ocupada sólo por una enorme computadora. La máquina le realizó preguntas en su idioma y él al fin, más allá del asombro, pudo contestar.
A medida que iba contestando pudo notar que los otros se miraban entre sí con gestos de incredulidad. Al finalizar su encuesta, la computadora le informó que se encontraba en lo que él llamaría el futuro, en el año 4724 y en la que había sido su ciudad natal.
Vargas, ya con una sonrisa demencial dibujada en su rostro, señalando su reloj profirió en un grito agudo:
_ Gané! Le gané!
Los hombres de blanco en silencio, quitándole el reloj, lo introdujeron en una especie de cápsula transparente.

Simón Vargas, viajante de comercio, fue condenado a viajar eternamente por el espacio infinito; no más carreras contra el reloj.

Los científicos de Ciudad Marfil, año 4724 U.G. (Unión Galáctica), luego de someter a diversos estudios la esfera llamada reloj y de acuerdo a los resultados arrojados, la desintegraron al llegar a la conclusión de que era peligrosamente adictiva y causaba demencia.

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