En un rincón descansaba una guitarra,
Una cruz colgada en la pared,
En la cama el perro dormitaba,
Y en la cuna lloraba el bebé.
En el suelo, polvo del tiempo,
Flores muertas en un jarrón,
Una imagen grabada en un espejo,
Y en el aire las cenizas de un amor.
Un pucho se consumía en un cenicero,
El humo describía, sinuoso un querer;
Ella dormía un sueño eterno
Y en la cuna lloraba el bebé.
El frío cuarto una vela alumbraba,
Escasa luz que rompía la oscuridad;
Una melodía surgía lejana,
Y las sombras bailaban el vals.
Sobre la mesa había una carta,
Inmóvil el lápiz sobre el papel;
En un marco, una foto olvidada,
Y en la cuna lloraba el bebé.
Aferrada la boca a un recuerdo,
En sus mejillas, lágrimas secas;
Reflejado en sus ojos un cuerpo
Que, sus manos buscaron a tientas.
Palabras de amor, tan sólo en el silencio,
El perfume impregnado en su piel;
Una caricia quedaba en sus senos
Y en la cuna lloraba el bebé.
Perlas ensortijadas en el pelo,
En su rostro escrito un final;
Roja sangre bañaba su cuerpo
Y en su pecho clavado un puñal.
Una voz la llamaba serena,
La llamaba el recuerdo de ayer;
Ella no respondía, estaba muerta,
Y en la cuna lloraba el bebé.
La canción, arroró entonces fue
Y, sus notas gemían ´mamá´;
En la cuna lloraba el bebé
Y las sombras bailaban el vals.
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