Era una noche vieja de esperanzas,
el horizonte caía en lontananzas...
Una anciana recorría el bosque añejo,
persiguiendo un rayo azul allá a lo lejos.
Bajo una triste luna de heliotropo,
iba alcanzando el cielo poco a poco;
ya no importaba el tiempo que pasara,
era la vida que la muerte deparaba.
Iba bajando el tobogán de su destino
y, en una intrínseca maraña de ilusiones,
junto a los ángeles alados del silencio,
iba subiendo hacia la cúspide del limbo
que, a su paso, invadían mil visiones.
Y, en la distancia, la imagen de lo eterno.
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