Cuando del sol, el último rayo
se refleje en mi faz, vacilante,
y la luna aparezca alumbrando
con su pálidad luz incitante;
y en las sombras siniestras me esconda,
esperando refugio encontrar;
y la noche profunda y tan honda,
quiera mi soledad cobijar,
los fantasmas de un triste pasado
tal vez vengan a verme llorar;
y en un mar de tristeza tan calmo,
quizá alguno de ellos me pueda consolar;
también alguna estrella en el cielo,
titilando me haga compañía
hasta que un ave dé su primer vuelo
y, entonces nazca un nuevo día.
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