Death

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lunes, 12 de mayo de 2008

Los Anhelos Sexuales De Segismundo

Segismundo, a sus setenta años, era increíblemente un amante muy deseado por mujeres de cualquier edad. Claro que, solamente él conocía el secreto de su fructífera sexualidad, producto del continuo tratamiento a base de ciertas drogas exóticas que había conseguido en uno de sus viajes al oriente. Pero su salud se estaba deteriorando debido en parte a la edad y en su mayor parte a la desmedida ingestión de tales afrodisíacos. Hacía poco se había hecho un chequeo general, del que había resultado, entre otras cosas, una marcada tendencia a la deficiencia cardio-pulmonar; obviamente, Segismundo también fumaba... De acuerdo a estos resultados, no sólo debería dejar el cigarrillo sino que, además ya no podría consumir más drogas, a riesgo de perder la vida... Desde luego, él no quería morir aún pero sabía que no podría soportar la abstinencia sexual; debía hallar una solución a su problema y debía hacerlo pronto!
De ahí en más se dedicó a indagar, a investigar... Hasta que descubrió la existencia de un científico ruso, relegado por demente, que había construido lo que supuestamente era una máquina del tiempo. Decidió hacerle una visita puesto que el Dr. Smirnoff hacía unos meses se había radicado en el país.
Este era un hombre retraído y bastante desconfiado; le costó mucho persuadirle a hablar sobre su invento. Finalmente, y mediante una aceptable historia más una impresionante suma de dinero de por medio, Segismundo logró convencerlo para que le permitiese utilizar su máquina bajo su entera responsabilidad.
Segismundo no cabía en sí de felicidad... viajaría al pasado y volvería a ser joven!
Esa noche, para celebrarlo, invitó a dos amigas e, ingiriendo una última dosis de mágica droga, dio rienda suelta a su líbido hasta desfallecer.
Al día siguiente, munido de la cantidad acordada, se dirigió a la casa del viejo loco y, después de firmar los documentos inherentes a la operación, fue conducido hasta la susodicha máquina temporal. Luego de recibir uas breves instrucciones sobre su manejo, trepó al interior del increíble artefacto. Tomó el manual que su "benefactor" le había proporcionado y empuñó los controles de la máquina.
Inició su viaje retrospectivo con la mirada llena de ilusión y el pensamiento fijo en su pronto rejuvenecimiento y su lógica consecuencia: Elevado rendimiento sexual, y natural!
El cronómetro de la máquina le indicaba sus veinte años pero, seguiría un poco más atrás... Su avidez de vida y sexo se había tornado insaciable; los quince años serían perfectos.
Pero, la inaudita máquina falló... no se detuvo, prosiguió inmutable su viaje. La velocidad de retroceso se acrecentaba raudamente y la potencia de la fuerza inclusiva produjo el desvanecimiento de Segismundo.
Al recobrar la conciencia, se halló inmerso en un cálido y acuoso elemento dentro de un lugar sumido en la completa oscuridad. Repentinamente, y sin darle tiempo a nada, comenzó a sentir fuertes sacudones y empujones que le producían agudos dolores; volvió a perder el conocimiento.
Lo despertó un conjunto de infernales aullidos. Miró en derredor. La habitación era toda blanca pero... estaba preso! Los barrotes de su celda también eran blancos. Y esos gritos! Provenían de otras jaulas similares a la suya que, comenzó a moverse de improviso...
La enfermera arropó al bebé y lo llevó con su madre. La mujer tomó en sus brazos a su pequeño hijito y... Oh, dios! Extrajo un enorme y redondo pecho y lo puso en su boca... Segismundo se prendió desesperadamente del pezón tironeando de él y mordisqueándole con sus desdentadas encías.
_Segis... qué glotón eres! _ dijo la mujer, acariciando la cabecita de su bebé. Lo acomodó para cambiarlo.
_ Querido, ven rápido! _ gritó la asombrada mujer.
El novísimo papá se acercó.
_ Mira, no es increíble?! Nuestro pequeño ya tiene una erección!

1 comentario:

malena dijo...

Probe Segis!!! No se había inventado el Viagra todavía....